viernes, 28 de marzo de 2014

Cuando la imaginación nos acusa

Cuando la imaginación nos acusa. 
Sobre El desmemoriado de Fabio Martínez

Por Marcos Fabián Herrera

A Ray Bradbury  debemos que acuarelas  de fantasía nos hayan hecho reflexionar sobre la deshumanización de la ciencia  y el desvanecimiento de las fronteras éticas. El desenfreno  en la experimentación científica y la hegemonía de la técnica, nos ha recordado  vaticinios gestados en la fecundidad literaria: Un mundo panóptico controlado por un ojo ciclópeo que escudriña a los humanos sin empacho; urbes narcotizadas y sometidas al culto frívolo que imponen humanoides; y cuadrillas de hombres empecinados en incinerar todo vestigio libresco en la tierra, son apenas algunos de los atisbos que  la literatura ha osado en dibujar sobre los inciertos días del futuro.

Pero también los ensayistas han diseccionado el tema. Quizás una de las nostalgias más enquistadas en la reflexión contemporánea de los pensadores de la cultura sea la del acervo letrado que se diluye en medio del barullo de esta época sin asidero;  la supremacía del fragmento, la fugacidad del dato y la eclosión de alfabetos torpes y formatos multidimensionales, dejan perplejos a los cofrades de Gutenberg.

El Desmemoriado de Fabio Martínez, ficción de sangre Braudburiana, ha tenido como umbral un señuelo propio de la lúdica literaria: Una caja de pandora que se abre la noche del 19 de diciembre del 2012 cuando Pitty introduce en el programa Novel las palabras “memoria”, “Manzana” y “Pitty”.  Así,  obtiene la novela que la agobiante vida de empleado de la multinacional  memoria Babel le ha impedido escribir, y  surgen las 174 páginas de este artilugio  apocalíptico y crudo, premonitorio  y futurista.

Pitty Caballero Santos es un profesor de la universidad Nacional, que por sus habituales jornadas licenciosas, no llega a tiempo al lugar en el que se entregan las tabletas electrónicas que permiten el ingreso a la nueva sociedad virtual. Sometidos a las privaciones que genera  el carecer de este artefacto, él y su esposa, Manzana Siachoque, deberán sortear dificultades por ser seres confinados al ostracismo  y desterrados de la legalidad digital.

Si el pensamiento se extingue y la información se ensancha en las múltiples formas que posibilita los atavíos de la virtualidad, tendrá pertinencia preguntar, ante la desazón del profesor Pitty que pierde su bagaje cultivado con la pertinacia propia del intelectual decimonónico:
Para qué leer un libro si todo está sintetizado en Wikipedia; para qué pergeñar un buen verso si ya todo está escrito en la memoria de Babel y circula en la red; para qué dibujar un plano, una figura o un paisaje si existen miles de programas que hacen esto mejor tú; para qué traducir un libro si ya tienes miles de softwares que te lo traducen y lo  hacen mejor que tú; para qué crear una composición musical si la puedes bajar por internet; para qué pensar si existen miles de programas virtuales que piensan por ti, ahorrándote el camello intelectual de pensar. El pensar es un camello, que para poder atravesar el desierto de la ignorancia, tiene para ello dos gibas en su cuerpo llenas de agua.
Pero aún hay más: en esta novela de Fabio Martínez, escrita en clave de humor, rasgo característico de su narrativa, la urbe poblada de clones y escindida de la llanura prosaica, comarca marginal destinada a los pobres desprovistos de la sofisticación imperante, es el escenario en el que el amor deja de ser el sentimiento de mayor hondura humana para reemplazar el jadeo amatorio por el azogue de la pantalla del laptop. Si la máquina se ve empoderada de tal manera que hasta el contacto corporal se vuelve anacrónico, los Alfas, etnia virtual que propugna la extinción de los humanos y el triunfo de la inteligencia virtual, simbolizan los seres deshumanizados que ya se advierten en nuestros días. Por su parte los Betas, son hombres que pregonan el retorno a lo natural y sencillo, para así derrotar aquel mundo quimérico y ficcional, que un día se habían inventado para fortalecer, supuestamente, las comunicaciones interhumanas. 

Tendrá que sucumbir el omnímodo sistema virtual, retornar la primigenia  penumbra en la que un abrazo y un verso se permitan erizar de nuevo la piel, para que Bogotá, urbe controlada por el presidente desde su tótem de Monserrate, redescubra la gracia de lo elemental. Es por todo  ello que debemos leer esta novela, para reafirmar que de la literatura siempre sale el efluvio que anuncia los malestares del hombre, y que los raudos tiempos que corren nos convierten en marionetas de una orquestada comedia virtual.
Fabio Martínez


Si las buenas novelas han de llevar a los lectores a los entresijos del caos para develar los  espejismos, y los libros son el último refugio de quienes desdeñan la estolidez, El Desmemoriado de Fabio Martínez puede ser la primera pócima para beber antes de caer el embotamiento mental que enajenó a Pitty y lo condenó al automatismo de los zombis. 


1 comentario:

NTC dijo...

Valioso y enriquecedor texto. También lo incluimos (eneteceamos)en: http://ntc-narrativa.blogspot.com.es/2014_01_27_archive.html