miércoles, 29 de septiembre de 2010

No hay silencio que no termine. Libro de Ingrid Betancourt

El sello Aguilar, que distribuirá el libro en Hispanoamérica, sintetiza sus 712 páginas con “un viaje al corazón de las emociones extremas, una meditación sobre la vida, sobre la condición del réprobo y sobre lo que significa ser humano”. Hasta ahí la prosa publicitaria en vísperas de lanzamiento editorial.

Otro es, sin embargo, el peso de lo dicho por el escritor y crítico Héctor Abad, que ya lo leyó y habla de la fuerza “hipnótica” del relato que, pronostica, “será un clásico de la historia y de la literatura colombianas”.
Con motivo del lanzamiento de No hay silencio que no termine, María Isabel García de Radio Nederland entrevista a la escritora colombiana Consuelo Triviño Anzola, quien inauguró el VI Simposio Internacional de Literatura, convocado por la Universidad Central de Bogotá, dedicado a la novela histórica y a la ficción en la historia, realizado del 8 al 10 de septiembre. La entrevista completa en el siguiente enlace http://www.rnw.nl/espanol/article/colombia-ingrid-otra-vez-desde-la-selva

martes, 28 de septiembre de 2010

Cien años después. La literatura de mujeres en América Latina.

En agosto de 2010 se realizó en la Universidad San Martín de Porres un Coloquio Internacional con motivo de la presentación del libro Cien años después. La literatura de mujeres en América Latina: El legado de Mercedes Cabello de Carbonera y Clorinda Matto de Turner.
Un interesante documento de investigación sobre la literatura femenina latinoamericana y en especial sobre la peruana.
Enlazamos un pequeño video que recoge las actividades de este Coloquio.

http://www.csulb.edu/lats/itss/design/video/2010/sep/goswitz/

miércoles, 22 de septiembre de 2010

ACUÉRDATE DEL ESCORPIÓN: Nueva novela del escritor Isaac Goldemberg


El narrados y poeta peruano Isaac Goldemberg (Chepén, 1945) aborda el género policial con la novela Acuérdate del escorpión, publicada por el Fondo Editorial de la Universidad Inca Garcilaso de la Vega, de Lima, novela que será lanzada en el marco de la próxima Feria del Libro Ricardo Palma el día 25 de octubre, acto del que os informaremos en su momento.
Recientemente Goldemberg ha sido entrevistado por Eduardo Corrales de IBLNEWS. Aunque reproducimos el texto, también podréis leer la entrevista en http://iblnews.com/story/57674 


Isaac Goldemberg toma por asalto el género policial con la novela Acuérdate del escorpión


18/09/2010
EDUARDO CORRALES, IBLNEWS
Luego de más de tres décadas de maduración y tras labrarse una sólida reputación en el universo de las letras hispanoamericanas, el narrador y poeta peruano Isaac Goldemberg (Chepén, 1945) ha satisfecho su temprana ambición de escribir una novela policial y la ha plasmado bajo el título de Acuérdate del escorpión.


El autor de La vida a plazos de don Jacobo Lerner “se saca el clavo” (dicho en peruano) con una historia que explora -en sus propias palabras- “los rincones oscuros de la naturaleza humana”.

De “una obra delirante, paródica, eficaz" que reúne todos los estereotipos del género y rinde homenaje a sus antecesores, tanto en la literatura como en el cine, ha catalogado la escritora mexicana Margo Glantz a la primera novela negra de Goldemberg.

Por su parte el narrador y ensayista argentino Mempo Guardinelli habla de la trama de Acuérdate del escorpión como "jugosa y fascinante"

La obra presenta en los roles estelares a dos oficiales de la Policía de Investigaciones del Perú: el capitán Simón Weiss y el teniente Katón Kanashiro.

“Elegí que los dos detectives fuesen un judío y un japonés -se trata, además, de un japonés mestizo- porque me interesaba explorar la relación entre dos individuos de minorías étnicas que de alguna manera han sufrido una suerte de prejuicio en el Perú”, revela.

En el inicio de la trama, ambos personajes han recibido el encargo de investigar los asesinatos que tienen por víctimas a un japonés en un salón de billar y un anciano judío en una pensión, ambos establecimientos situados en el centro de Lima.

Una imagen persistente

En el principio, Goldemberg - quien reside en Nueva York desde 1964- realizó en 1977 un viaje a Lima, cuya finalidad era recoger datos para una novela. En el curso de la pesquisa –relata- se topó (tal vez en el diario Ultima Hora), con la noticia del asesinato del dueño de un restaurante popular.

Aunque los detalles y las circunstancias precisas del caso se desvanecieron con el paso del tiempo, “por algún motivo, al leer esa noticia se dibujó en mi mente la imagen de un japonés, en un billar y crucificado sobre una de las mesas; esa imagen, misteriosamente, me persiguió durante todos estos años”, asegura.

Pero el almacén de las materias primas de la ficción de Godemberg atesoraba otra imagen, la cual --una vez rescatada, desempolvada y puesta en valor- le serviría para tejer la trama.

Esta imagen era “la de un ahorcado -un anciano judío- en una pensión del Centro de Lima, pensión que realmente existió -aunque no con el nombre con que aparece en la novela-, y que yo frecuenté mucho de niño”, anota.

"Luego, sin saber cómo, estas dos imágenes pasaron a ser parte de un tiempo y un espacio histórico definido: la Segunda Guerra Mundial, que me serviría para explorar ciertos aspectos relacionados con la conducta de los seres humanos", acota.

La acción transcurre a lo largo de 6 días, iniciándose el 2 de junio de 1970 -fecha en que la selección peruana de fútbol se medía con la de Bulgaria en el Mundial México ’70. Dos días antes, el 31 de mayo, un letal y destructivo sismo había sacudido dramáticamente Lima y el norte del país.

“La paralización sufrida por Lima -a causa del terremoto y por los partidos de fútbol jugados por el equipo peruano- era el escenario ideal, medio fantasmal, para que actuaran los personajes de mi historia", refiere.

Parientes noir en una ciudad gótica

La sordidez, el cinismo y la violencia, junto a un cierto toque kitsch han sido tradicionalmente algunos de los instrumentos utiles para hurgar en los mecanismos del comportamiento individual y en los procesos sociales, principalmente a partir del noir surgido y vigente entre las décadas de los ’30 y ‘50 del siglo pasado.

“Hay un cierto parentesco entre Acuérdate del escorpión y las novelas del género negro escritas en esa época”, admite. “En mi novela, por ejemplo, hay una predilección por los ambientes oscuros, medio sórdidos, y por las situaciones en que impera la corrupción y la violencia”.

En este nivel, el escenario mismo en que se desarrolla la historia se vuelve una especie de protagonista, ya que Lima aparece como una ciudad oscura, llena de sombras, “un poco gótica”.

“Al mismo tiempo, la novela presenta personajes —sobre todo el capitán Weiss— como individuos traumados por su pasado; es decir psicológicamente derrotados y debatiéndose entre el bien y el mal”, refiere el autor de Tiempo al tiempo (1984).

“También, en la novela -al ser una policial romántica- se entremezclan la pasión y el odio, el amor y el deseo, el perdón y la venganza”, añade.

Y dado ese carácter de un melodrama romántico, el autor insertó la música popular —valses y boleros— como parte de la historia narrada.

El soundtrack incluye Sueños de opio y El plebeyo (ambos temas clasicos compuestos por el bardo peruano Felipe Pinglo Alva) y los boleros -monumentos de letra y música erigidos para gloria del despecho y el abandono- Amor ciego, Corazón loco y Amor perdido.

“En alguna medida la letra de esas canciones sirven como telón de fondo para la trama y explican y complementan lo que sienten los personajes”, ilustra.

¿Género menor?

Para el autor de Hombre de Paso/ Just Passing Through (1981), el hecho de que la novela policial goce de gran popularidad no convierte al género en ‘menor’. “Basta con mencionar —remontándonos al siglo XIX— a escritores que han practicado este género tan importantes como Edgar Allan Poe, G. K. Chesterton o Arthur Conan Doyle”, apunta.

En tiempos y espacios más cercanos cita a Adolfo Bioy Casares, Jorge Luis Borges, Rodolfo Walsh; y entre los contemporáneos menciona a Mempo Giardinelli, Paco Ignacio Taibo II, Ricardo Piglia, James Ellroy y Roberto Saviano.

Aunque en las letras latinoamericanas existe una larga tradición de narrativa policial —en sus diferentes vertientes, y desde antes de Borges hasta después de Bolaño—, las muestras en la literatura peruana no igualan las dimensiones de otros países donde el cultivo del género es más extendido.

“Por cierto que el número de novelas policiales en el Perú no puede compararse con el de países como México, Argentina o Cuba, mas hay una lista bastante nutrida que va desde autores como Jorge Salazar, pasando por Mario Vargas Llosa y Carlos Calderón Fajardo, hasta Santiago Roncagliolo, por citar a uno de los más nuevos”, precisa .

Goldemberg confiesa que salvo ¿Quién mató a Palomino Molero?, de Vargas Llosa, no ha leído —todavía— ninguna otra novela policial peruana. "Es precisamente ahora cuando me voy a dedicar a leerlas. No he querido hacerlo antes para no “contaminarme” ni estilística ni temáticamente, ya que desde hace varios años tenía pensado incursionar en este género".

En Blanco nocturno, la más reciente novela de Ricardo Piglia, uno de los personajes, Croce, lanza: “Las novelas policiales resuelven con elegancia o con brutalidad crímenes para que los lectores se queden tranquilos”.

”Respecto a Acuérdate del escorpión, yo diría que la resolución de los crímenes sirven mas bien para que los lectores se queden intranquilos, para que reflexionen sobre los prejuicios, los genocidios, los abusos del poder, y la ineficacia, muchas veces, de la ley y la justicia”, comenta.

Ómnibus n. 33. LOS MALABARISMOS DEL FUEGO: Especial cultura salvadoreña


LOS MALABARISMOS DEL FUEGO
 El fuego simboliza cambio, purificación, sacrificio; en pocas palabras, un proceso de transformación y regeneración que culmina en creatividad. Pero la ambivalencia del fuego proviene de su carácter, también, destructor. Creatividad-devastación pareciera ser la dicotomía que rige las manifestaciones culturales en El Salvador. Momentos de empuje, iniciativas intelectuales y artísticas con miras hacia el cambio, la aspiración por derrumbar estructuras socio-culturales caducas; explosiones de creatividad y poesía y colores y arte. Y, al mismo tiempo, cataclismos sociales, violencia insólita, dolor, muerte. Es un constante morir y renacer colectivo. Sus habitantes son verdaderos malabaristas de la risa y la ilusión. Algunos, como Hunahpú e Ixbalanqué, perecen en la pira encendida por sus enemigos, para renacer en el verdor de la palabra. Otros encienden su propia hoguera en su afán por perpetuar un ritual de vida para purificar el odio en una sociedad golpeada, amoratada, por masacres que datan desde 1932, desaparecidos y torturados, una guerra civil de doce años (1980-1992) y una violencia social que, desde hace más de una década, mutila cuerpos, amenaza, trafica. Pero la quema antes de la siembra, perpetúa en otra, y el grano que muere, vuelve a nacer. Volcanes y flores, barro y metralla, sangre y cemento, desolación e ironía, dolor y neurosis, risa fresca o sardónica, reflexiones espirituales, cantos antiguos, son algunas de las materias primas de una literatura que no muere nunca, aunque viva en los límites de la auto-destrucción.


Monográfico coordinado y dirigido por Tania Pléitez y M. Ángeles Vázquez.

jueves, 16 de septiembre de 2010

La semilla de la ira. Consuelo Triviño Anzola

VERDAD Y MENTIRA EN LA NOVELA HISTÓRICA. Por Dasso Saldivar

La atmósfera de profunda verdad que se respira en las páginas de La semilla de la ira, la novela que Consuelo Triviño Anzola publicó hace dos años sobre la vida y la época de José María Vargas Vila, me ha llevado a retomar mi viejo pleito con la novela histórica: ¿qué es lo que hace que las obras de este subgénero nos resulten verdaderas o falsas? Porque me parece que no depende sólo de la experiencia y el talento literarios, o de que el escritor se ciña o no a la verdad histórica, pues la novela no compite con la verdad de la Historia o de la ciencia. Pocas veces me suele atrapar pues este tipo de novelas, especialmente las que se fabrican en nuestro tiempo, pero cuando me han convencido, he quedado subyugado por el poder de convicción del relato, como me ha ocurrido recientemente con La semilla de la ira y antes con Yo, Claudio, Los idus de marzo, Memorias de Adriano, Yo, el supremo, El general en su laberinto, y, por supuesto, la más grande de todas, Guerra y paz.
Desde luego, la verosimilitud es el logro imprescindible para que toda novela pueda convencernos de su verdad, y ha de encarnarse en un tono, un estilo, un punto de vista y un determinado manejo del tiempo. Pero para que creamos en la verdad intrínseca de la novela histórica, que en resumidas cuentas es la visión y la emoción del escritor, tiene que haber algo fundamental y previo a todo tecnicismo, a toda literatura, y es la paciencia y la capacidad del autor para convertir la Historia y sus personajes en vivencia propia, en experiencia autobiográfica, en memoria y olvido, como quería Rilke. Sólo entonces desde ese yo, que ha asumido vicariamente otro ser, otra época y otra cultura, y sólo desde ahí, es desde donde surge el aura de lo verdadero en toda novela histórica auténtica. Por el contrario, y aunque el rigor histórico y la maestría literaria asistan al escritor, la obra puede sonarnos falsa o, cuando menos, llenarnos de dudas. De modo que así como no hay novela de verdad sin poesía, se puede afirmar que no hay novela histórica verdadera sin experiencia autobiográfica, sin asunción íntima del personaje, de su época y de su cultura, como ocurre en la vida misma. Es lo que hicieron durante décadas Tolstói, Graves, Wilder, Yourcenar, Roa Bastos y García Márquez para poder forjar sus obras paradigmáticas. Y es lo mismo que ha hecho recientemente Consuelo Triviño Anzola con La semilla de la ira.


Estudiosa y apasionada del modernismo, la escritora colombiana estuvo durante más de veinte años impregnándose de la vida, la obra y la época de su compatriota José María Vargas Vila, ese "luminoso pastor de tempestades", como lo llamó su amigo Rubén Darío. Primero hizo la tesis doctoral sobre su ingente obra, luego se fue a Cuba a desempolvar sus diarios y más tarde publicó una selección en Colombia. Entre charlas, clases y prólogos siguió saturándose del personaje, su obra y su época modernista, hasta que un día se hartó y lo olvidó. O eso creía ella, pues el olvido no es más que otra forma de la memoria, acaso la más decantada y profunda. Y así surgió años después el primer capítulo de La semilla de la ira y luego los siguientes, hasta conformar un mundo tan autónomo, seductor y verdadero, que con el tiempo estas memorias del Divino Iracundo, vividas vicariamente por Consuelo Triviño Anzola, quedarán tal vez como la mejor novela de Vargas Vila y una de las obras mejor escritas y narradas de la literatura colombiana y latinoamericana.

La semilla de la ira. Consuelo Triviño Anzola. Seix Barral. Bogotá, 2008. Dasso Saldívar (Colombia, Antioquia, 1951) es autor del libro Gabriel García Márquez. El viaje a la semilla (Folio, 2006)

Reseña aparecida en Babelia http://www.elpais.com/articulo/portada/Verdad/mentira/novela/historica/elpepuculbab/20100807elpbabpor_1/Tes