lunes, 23 de noviembre de 2015

101 años de Nicanor Parra. Seminario














Organizan:
Seminario de Estudios Latinoamericanos
Centro de Cultura Contemporánea
Departamento de Literatura Española
Colaboran:
Facultad de Filosofía y Letras
Universidad de Granada





23 NOVIEMBRE, LUNES
(PRÓLOGO)
Lugar: Facultad de Filosofía y Letras.
Mañana. Performance sobre Nicanor Parra
12. 30. Recital de canciones  de Nicanor Parra
a cargo de Luis G. Lucas

24 NOVIEMBRE, MARTES,
Lugar: Facultad de Filosofía y Letras. Aula García Lorca.
11 horas. Conferencia: "Vanguardia, neovanguardia, modernidad y sobremodernidad: el legado de Nicanor Parra. (Nain Nomez. Universidad de Santiago de Chile).
12 horas. Conferencia: Una poesía ofendida, una poesía que no muere. (Álvaro Salvador. Universidad de Granada)
Lugar: Palacio de la Madraza. Gabinete de Teatro.
19 horas. Conferencia: Pensamiento, imagen y palabra: León Ferrari, Joan Brossa y Nicanor Parra(Erika Martínez. Universidad de Jaén)
20 horas. Mesa Redonda. Intervienen: Nain Nomez, Álvaro Salvador y Erika Martínez.

25 NOVIEMBRE, MIÉRCOLES
Lugar: Facultad de Filosofía y Letras. Aula García Lorca.
11 horas. Conferencia: "Nicolás Guillén y Nicanor Parra: por una antipoesía interdisciplinar. (Milena Rodríguez. Universidad de Granada)
12 horas. Proyección de la película: Retrato de un antipoeta(Director: Víctor Jiménez Atkin)
Lugar: Palacio de la Madraza.  Salón de Caballeros Veinticuatro.
19 horas. Conferencia: Roberto Fernández Retamar: Antipoesía y poesía conversacional en Hispanoamérica, 40 años después. (Luisa Campuzano. Universidad de La Habana).
20 horas. Mesa Redonda. Intervienen: Milena Rodríguez, Luisa Campuzano y Ángel Esteban.

26 NOVIEMBRE, JUEVES     
Lugar: Facultad de Filosofía y Letras. Aula García Lorca.
12. 30 horas. Recital poético
INSCRIPCIÓN GRATUITA: PALACIO DE LA MADRAZA.



viernes, 6 de noviembre de 2015

Gordas al amanecer de Dante Castro

« Espacialización del tiempo » en Gordas al amanecer
el último libro de cuentos de Dante Castro

escritor peruano


     Gordas al amanecer (1), libro de Dante Castro, consta de diez cuentos que se hallan en la vertiente narrativa del « neo-realismo » urbano (Ribeyro, Congrains, Reinoso…). Las calles de Lima y de los suburbios del puerto del Callao están muy presentes en sus páginas. Todo gran narrador es un maître, y Dante Castro lo es, en lo que yo llamaría la « espacialización »  del tiempo (de la urbe, principalmente, en este volumen). Lo logra magistralmente en el conjunto de estos cuentos. Cito: « Había comenzado a recorrer la ciudad por cualquier parte, reconociendo los lugares en que hubo algo memorable que demolieron después. Grandes edificios se alzaban donde estuvo el cine de enamorados, la fuente de soda… Le dolía aceptar el tránsito del tiempo y la indolencia… » (2) Y páginas antes, en « Sonia de noche »: « Las voces iban subiendo de tono, corrigiéndose unos a otros, agregando detalles olvidados de historias que a nadie más podían importarles. El Colorado decía que una porción de ciudad se reconstruye en cada silencio y en cada recuerdo, que se colectivizan y se alteran en el relato de sus protagonistas. Y el negro Wilder agregaba que las cosas son como son compadre, nada más. Pero Wilder venía de La Víctoria, limeño al fin, aquerenciado con los chalacos por veinte años de convivencia. No como el Gato Raúl y sus hermanos… »  (3)  
     Otra cita de « Libertad restringida », para insistir en esto de la « espacialización del tiempo »:
     « Afuera del edificio, la calle se habría ante sus ojos como un universo caótico y espantoso. Algunos transeúntes lo miraban al pasar, tal vez por su apariencia de derrotado, con el traje gastado por el uso y zapatos fuera de moda. Más allá, recostando sus espaldas en el poste de alumbrado público, el Negro lo esperaba.     -Ahora sí, a trabajar, camarada Macana… Hay que golpear… -dijo.     Para eso lo había seguido. Conocía bien los resultados y que no tenía otro camino. De pronto Marco le quedó mirando con incredulidad en cada detalle: allí estaba una figura como la de él, encaneciendo, con rostro de mala vida y arrugas prematuras causadas… » (4)
     Amores furtivos, frustraciones de la vida marital, derrotas y traiciones políticas, actos de brujería, apariciones y desapariciones, travestis, endemoniados hilvanan la trama de estas historias. El final del cuento que da el título al libro, « Gordas al amanecer » tiene el elemento de la sorpresa, del despertar de una pesadilla (después del adulterio y la culpa) en la cama matrimonial. La aparición de las tres gordas en el sueño, al amanecer de un día domingo; y una que le espeta:
     « -¿Vas a salir o te traigo a la policía?... ¡Baja para que arreglemos esto, cobarde!     « … Jadeando, muy agitado, trataba de encontrar con dedos dubitativos el botón interruptor de la luz. Sacudió brazos, cabeza y cuerpo, manoteó como si quisiera librarse de una multitud de demonios que pretendían llevarlo a la fosa común de un cementerio para indigentes. En algún rincón perdido del laberinto de la muerte encontró suficientes energías y profirió un grito.     Esta vez si era Aidé quien le tocaba el pecho. Con ternura, se lo sobaba en movimientos ovalados y perfectos.     -¿Una pesadilla, mi amor?... ¡Cómo has sudado!... » (5)
     También el final del primer cuento, « Amor filial » -el enmuramiento de la madre (que padece de locura senil)-, a lo Edgard Allan Poe, es sorprendentemente logrado: 
« La tomaron de la mano suavemente, carcajeándose como dementes y la ayudaron a levantarse. Primero un paso, luego dos, fueron llevándola hasta el pie de la obra. Rodrigo ayudó a que su madre pasase el pie derecho al interior del hueco que empezaría a cubrir. Leyla la auxilió para que pusiera el pie izquierdo. Cuando la señora estuvo dentro del nicho, ambos se apresuraron y colaboraron entre sí, afanosos como… » (6)
 
Dante Castro
    La supuesta infección viral es la temática del cuento « Peste rosa ». Los excesos amatorios -que hizo posible la asistencia a un congreso de escritores- y el agotamiento de la relación de pareja se despliegan contrapuntisticamente. Cito: « Él, que sabía bailar como ninguno, ahora se deslucía (en Madrid) ante sus amistades. « Qué te ha pasado, Carlos… ¿saliste del closet? », le dijeron quienes lo veían después de años. No quiso revelarles que su mujer se negaba a ir a fiestas con él y que prefería acostarse temprano antes que acompañarlo a un compromiso. La menopausia y el desgaste de la relación la habían condenado a… Las jaquecas cada vez más frecuentes…, el mal genio y los kilos de sobrepeso que iba acumulando la hicieron poco deseable. Pero además, cada vez que quería tener relaciones con ella, le respondía: « Estoy cansada ». Así es como había llegado a Madrid, con la incontinencia de un soldado… » (7)
     « Erase una vez en el Callao » -musitó el doctor Cadiotti. En « Sonia de noche », el antepenúltimo cuento de esta colección, la historia de una banda de jóvenes con un travesti vuelve con las notas de una canción (« Como una loba… aúllo por las noches encendida»; salsa de Milagros Hernández) y el encuentro de Cadiotti, en la sala del juzgado, con alguien que lo mira con cierto estupor y odio (¿ « Sonia » ?). Cito: « …nadie se dio cuenta en que momento el anfitrión desapareció tras un biombo asiático para luego reaparecer vestido como mujer, con los pies desnudos, bailando al son de la salsa que estremecía la única ventana de cortinas azules. Por fin era Sonia, párpados azules y labios con rouge, aunque el Colorado (Cadiotti) la mirase con ojos de desaprobación y el Patito (Alfredo) con repugnancia. Al Gato Raúl se le cayó de las manos la revista (porno) que estaba disfrutando: no podía concebir en su mente licenciosa a un matón trasformado en mujer, con los hombros anchos desnudos, el corte varonil y ese vestido que mostraba las nalgas por una abertura vertical. « Llegó la hora de pagar lo que hemos chupado », le dijo resignado al Colorado. » (8)
     En un callejón de la urbe se da el encuentro de Maribel y Marco (« Macana », era su seudónimo en los operativos que realizaba por el partido), un expresidiario. Cito: « …Maribel canturreaba en el corredor tendiendo más ropa de su batea, mientras él hacía esfuerzos para ubicar ese rostro femenino, ajado por el tiempo y las penurias, en algún contexto memorable. Delgada, relativamente alta, cabellos largos atados a la espalda en una coleta. Sus ropas sobrevivientes de modas pasadas armonizaban con las miserias del callejón donde se concentraban hombres y mujeres apegados al tráfago de la vida. » (9). El tiempo ha pasado inexorable en « Libertad restringida », el último cuento de Gordas al amanecer y Marco tuvo que asumirse: «  …no como un preso político, sino como delincuente común y despistar a sus torturadores en cada golpe, en cada descarga eléctrica, en cada zambullida a la batea con detergente. Solo se puede atenuar el sufrimiento gritando fuerte, abriendo la boca excesivamente para tragar aire cuando le concedían un respiro momentáneo, poniendo la mente en blanco y deseando la muerte. Pero la muerte no acudía por más que la llamara. Se fue al penal como ladrón, su banda escapó, no recordaba a nadie, a todos los demás los conoció por sus alias. Algo que la literatura le enseñó: inventar personajes, nombres, apelativos y circunstancias. » (10)
     Y el camino de la derrota continúa. Cito in extensius, para concluir:
     «…se vieron trenzados en una singular pelea, sin puñetazos ni patadas. Kanebo lo tenía a Marco contra la pared. Más fuerte y más joven, no había como hacerle resistencia. Sus músculos fueron cediendo, hasta que aflojó la presión de brazos y piernas. Temblaba de impotencia.      -¡Entrégame el fierro!     Diéz años atrás, jamás lo habría hecho. Tuvo un instante para pensarlo, un segundo para decidirlo. Voltear y disparar directo al cuerpo, estremecer la paz de la calle con el monstruoso estampido de la Magnum 357 o renunciar a la prisión que por segunda vez lo estaría esperando. Con dedos temblorosos extrajo el arma de la pretina del pantalón y se la dio al amenazante Kanebo.     Regresó al callejón, cabizbajo, agitado y sin poder créer en su minimizada condición de hombre. Desde el cuarto del fondo resplandecía la silueta de una figura femenina, delgada y alta, en camisón de dormir. » (11) 

París-Montmartre, 19 de octubre del 2015


Notas :
(1) Dante Castro Arrasco, Gordas al amanecer, Lima, Editorial San Marcos, 2014
(2) En « Libertad restringida »; es el comienzo del último cuento. Ob. Cit., p. 112.
(3) Ver « Sonia de noche », Ob. Cit., p. 107-108; las itálicas y algunos paréntesis, en citas que siguen, son míos.
(4) Ob. Cit., p. 124.
(5) Ob. Cit., p. 48.
(6) Ob. Cit., p. 14.
(7) Ob. Cit., p. 93-94.
(8) Ob. Cit., p. 109.
(9) Ob. Cit., p. 127.
(10) Ob. Cit., p. 120.

(11) Ob. Cit., p. 141.

lunes, 2 de noviembre de 2015

Bousoño a través de un poema de Invasión de la realidad

BOUSOÑO A TRAVÉS DE UN POEMA DE INVASIÓN DE LA REALIDAD

In memóriam


POR PEDRO GARCÍA CUETO

Carlos Bousoño
Pocos libros tan entusiastas como este, pocos espacios de luz tan diáfanos como el que nos dejó el recientemente fallecido Bousoño, el gran poeta, gran amigo de Aleixandre, Premio Nacional de Poesía, Premio Príncipe de Asturias, Académico de la Lengua, tantas cosas que se acumulan en una biografía impresionante, la del pensador asturiano nacido en 1923 y muerte el 24 de octubre del 2015.
    Hay un poema del libro Invasión de la realidad (1962) que refleja lo que Bousoño ha sido, un hombre creyente, de gran calado emocional, un hombre cuya fe ha permanecido durante el tiempo, donde su poesía ha quedado como un legado de un hombre unido a Dios y a su concepto.
    El poema se llama “Cuando vaya a morir”, en él escuchamos el latido de Bousoño, su voz, la respiración del hombre que ha creído en el idioma, que ha dado su vida por él, sentimos el crepitar de las puertas que nos invitan a existir, a leer los versos como una vidriera que deja pasar, pese a la oscuridad interior, la luz de la vida.
   Dice asÍ: “Esa piel, esa flor, ese zafiro / de unos ojos, después, en qué se para…/ Yo te quisiera luna que rodara / en la frescura de un eterno giro”.
   La declaración de amor hacia ese ser queda expresado en estos versos, ser piel, ser flor, ser zafiro, la importancia de serlo todo para que el amor se colme en unos brazos amantes y amados.
   “Quisiera eternizarte cuando miro / ligeros surcos en tu dulce cara: / soplar, y tu entereza perdurara / cuando oyeses la muerte en mi suspiro”.
    El poeta late en ese momento eterno y mágico del amor, donde los surcos son el paso del tiempo, algo hay que permanece en el deseo amoroso, pese a que el tiempo todo lo horada.
    No existe posibilidad de ser sin tocar al amado, amada, sin que su presencia se nos haga corpórea, necesitamos ver que el tacto logra crear el paisaje del sentimiento, todo en un fugaz momento, que nos invita a pensar que el amor es efímero en el tacto, pero eterno cuando lo pensamos y lo evocamos, el amor es una lluvia que nos cala, pero luego al secarnos, guardamos el recuerdo de esa lluvia y pese a estar secos, seguimos mojados por dentro, nos dice Bousoño, como la fe en Dios, que nos sigue en cada momento, que se nos revela en cada instante.
   En los tercetos, vive el poeta que sabe que el soneto debe encontrar su segundo parte, la que muestra el deseo, lo que el poeta quiere para ser feliz:
“Tenerte cerca entonces yo quisiera, / tocarte solo en un instante breve: / saber que estás segura, erguida, entera”.
      Los atributos del ser amado son segura, erguida, entera, porque son los que refuerzan su amor, el adjetivo “entera” ya hace alusión del  amor total, con el cuerpo y con el alma, como si nada pudiese parar esa pasión existencial.
    Termina el poema con los versos que unen el amor del poeta con la Naturaleza, porque toda
invocación debe ser resuelta entre árboles, vientos, rosas, espacios donde la vida cobra toda su belleza. La alusión a la primavera tiene que ver con ese concepto de primavera como aparición de la vida y su belleza, pero también acecho de la muerte, para aquellos que ya les queda poco tiempo o para los desafortunados que ya han decidido unirse a las sombras:
“Como robles a quien viento no se atreve, / Como de primavera, la bandera. / Como la tarde y su vestido leve”.
    Ser roble para soportar el tiempo, ser primavera, para llevar en la mirada el sueño de la vida, su resplandor. El vestido leve es la metáfora de la vida que nos abriga, pero levemente, luego nos desabriga ante la muerte, simplemente nos quita el frío un tiempo, pero todo ha de llegar, en el invierno de nuestro tiempo.
    En este bello poema podemos sentir el magisterio de Bousoño, su luz interior, que le hace ver la vida como una sucesión de tacto, Naturaleza, todo ello orientado a que nos preguntemos qué hacemos en el mundo y por qué es necesaria la fe para soportar mejor la frialdad de la vida.

    Muere Bousoño y con él el espíritu de una época, su amor por las Humanidades, sus clases magistrales, su búsqueda de una razón para existir, puede que para él lo fuera todo ese mundo de libros, de letras que han ido jalonando su vida, hasta llegar al punto final, esa muerte que, para él, es solo un punto y aparte.