jueves, 2 de marzo de 2017

Poemas de Alejandro Rejón

Alejandro Rejón
© Fotografía: Rubén Adrián Naíl Marín 
Alejandro Rejón Huchin (Mérida, 1997) es estudiante de la Licenciatura en Literatura Latinoamericana en la Universidad Autónoma de Yucatán. Fue becario del Festival cultural ISSSTE-INTERFAZ los signos en rotación ciudad de Mérida 2016 en la categoría de poesía. Editor de la Antología de poesía yucateca contemporánea publicada en la revista Círculo de poesía. Actualmente es miembro del Colectivo Naufragio y dirige la revista literaria Marcapiel. Poemas y artículos suyos han sido publicados en revistas como: La raíz invertida: revista latinoamericana de poesía (Colombia) Almiar (España), Triplo V (Portugal), Letralia (Venezuela), Sinfin (México), Letrass5 (Chile), Revarena (México) Carruaje de pájaros (México) y en la Primera Antología Poética de Poesía Nómada (2016). Ha participado en distintos encuentros literarios, como el XVI Congreso Internacional de Poesía y Poética realizado en la Benemérita Universidad Autónoma de Puebla y obtenido distintos premios estatales de poesía. Actualmente funge como editor de contenidos en la revista círculo de poesía: revista electrónica de literatura.



Poemas de Alejandro Rejón

Samir Delgado (poeta español)

La escritura poética de Alejandro Rejón Huchín (Mérida, 1997) brinda desde los aposentos de su juventud creativa cargada de futuro,  un mosaico  arrebatador y embriagante de imágenes nucleares, de una textualidad torrencial, anclada en la desmesura simbólica y el apetito cognoscitivo, debelador de una subjetividad lírica que embebida de los cimientos de la tradición mexicana, acomete con desenfado total y alegría sensitiva el desafío de irradiar nuevas ubicaciones y emplazamientos de fertilidad sobre el horizonte problemático del yo poético en la era virtual de la posmodernidad, valga esta muestra de ejemplo sucinto:


Niebla de sol

Donde la boca del alba siembra tus labios
el agua corre hasta el caudal del sueño,
se desata toda tu piel hasta
callar la noche como un alma que gime
sobre los focos de aceite
que tiñen los espejos,
disipan todas las aguas en tu color
despertando en lienzos donde
los bondadosos racimos se abran
como la arena entre los ojos,
figuras de ángel se incrustan en los tallos
hasta que tu vientre anidando los poros
dispersos en los pastos de aire donde va nuestra vida
refracta una gota de ceniza
como todas las lecturas
del barro que transporta nuestra carne.



Caudal óptico

Una parvada de signos deglute con sus cristales
el estupor que se ilumina.
el oído del diluvio deja abierta la jaula de sonidos
que flotan en el borde de la imagen.
se desdobla un espejo en el fondo de la vista:
hilos de piel costuran los símbolos.


Lago volátil

Las mujeres saben que el sueño
descalzo sobre el umbral
no es una piel de algo
sino la espora deglutiendo
todo el paisaje inamovible:
la nieve que es líquido vientre
de flor eyaculada desde la superficie.
se vierten desde las bisagras
como un diluvio que consagra toda la
amputación del cardumen,
y piensan el latir desde una sombra que arrecia las nubes,
acarrean todo hasta ese arroyo
donde sangran las espigas,
dejando el todo al aire:
ciénega retratada.



Canción del sueño

 La nada se entreteje con los párpados del aire,
 llueve como hilera entre el envés de los sueños.
 aquella hilera dulce de joyas y escamas
 ya no acongoja tu vientre,
 se ha vuelto salitre de luz,
 impávido surco que se extingue de mareas.

Cierro la memoria.
En este borde flotan riscos que se extienden hasta el alma.
Flotan pies que se abren con las nubes,
Se detiene un círculo entre la niebla,
Dibuja sus manos con luciérnagas de agua.

Hay una ruina líquida detrás del sueño,
Tus cabellos se mecen,
Moléculas explotan en el incesto de los astros,
El ángel se incinera la vista con sal y opio.

Las hileras han vuelto, amor,
los días caen a mis espaldas,
Entran como silbidos en la migraña de la casa,
Y nosotros,
Otro pliegue entre el agua de tu sombra.



Poema

Un tallo se derrama
verbalizando
los oídos que brotan
desde el ventanal
donde dialoga la luz.



 Sin título IV

Se detiene la llovizna sobre el párpado del agua.




La luz se quebranta
Y fluye en los ojos de la madera,
Es un ángel sediento
Sobre la puerta del párpado que abre el hollín 
en el espíritu de las cenizas.



Bajo la brizna de la infancia
un jazmín llueve en su espalda
y se connotan las imágenes como fulgor
de otro lago que mece las sombras
en el agua del tiempo.

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